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La montaña sagrada Arunachala, situada en la ciudad de Tiruvannamalai, es considerada como la manifestación física del Dios Shiva, el divino bailarín, el transmutador del ego, el gran Dios del Universo. Lugar de peregrinación y devoción para los indios durante miles de años, concentra una intensa actividad espiritual, con peregrinaciones en masa cada luna llena.
Hay muchos sitios sagrados en la India, pero la gente de esta tierra dice que sólo con pensar en Arunachala uno puede alcanzar la completa Liberación. Este poderoso vórtex energético, adorado durante miles de años como manifestación física de Shiva, ha sido el lugar donde muchos santos y maestros han vivido alrededor de la montaña, considerándola como su Guru y como un guía inestimable para la búsqueda del Verdadero Ser.
Sri Ramana Maharsi, uno de los más importantes sabios de la India del siglo XX, vivió en Arunachala prácticamente toda su vida.
A la edad de 16 años una experiencia interna lo transformó para siempre: estaba perfectamente sano y, repentinamente, tuvo una vívida y aterradora sensación de muerte. Durante los siguientes minutos pasó por una experiencia de muerte simulada a través de la cual se volvió consciente de que su naturaleza real era imperecedera y no estaba relacionada con el cuerpo ni con la mente. Dicha experiencia fue permanente e irreversible en su vida, desapareciendo para siempre la conciencia de ser una persona individual, realizando su verdadera naturaleza eterna.
Así es como él lo describió años más tarde: "El terrible impacto del miedo a la muerte hizo que mi mente se dirigiera hacia adentro, y me dije '¿Qué significa? ¿Qué es lo que muere?”. Durante seis semanas mantuvo la apariencia de un muchacho normal de su edad, aunque esa postura se le hizo insostenible decidiendo abandonar su hogar y dirigirse directamente a la montaña Arunachala.
Esa elección no fue casual puesto que él siempre había asociado el nombre Arunachala a Dios y fue una gran revelación el descubrir que no se trataba de un reino celestial sino de una entidad terrenal tangible: los Hindúes siempre han reconocido a la montaña como una manifestación de Shiva.
Muchos años más tarde, Ramana Maharsi comentó varias veces que había sido a raíz del poder espiritual de la montaña que había logrado la realización del Ser, siendo tan grande su amor por la montaña que desde el día que llegó en 1896 hasta el día de su muerte en 1950, nadie pudo persuadirle de alejarse más de dos millas de Arunachala.
Después de algunos años sumido en disciplinas de silencio viviendo en templos y cuevas de los alrededores de la montaña, su conciencia interna empezó a manifestarse como una radiación espiritual externa atrayendo a un pequeño grupo de seguidores, quienes permanecían junto a un joven Ramana inmerso en su silencio interno y con quienes empezó a impartir su enseñanza de un modo muy peculiar: en lugar de ofrecer respuestas verbales, constantemente emanaba una fuerza o poder silencioso que aquietaba las mentes que estaban en armonía con él y en ocasiones les transmitía una experiencia directa del estado en el cual se encontraba.
Años más tarde empezó a dar su enseñanza de manera verbal, aunque insistió en que la corriente silenciosa de poder, contenía sus enseñanzas en la forma más directa y concentrada. Él decía que sus enseñanzas verbales las daba sólo para aquellos que no podían entender su silencio.
Con los años a Sri Ramana Maharsi se le reconoció como el hombre sagrado de mayor popularidad y respeto de toda la India. Todos aquellos que le visitaban quedaban impresionados por su simplicidad y su humildad, estando dispuesto veinticuatro horas al día para ellos, viviendo y durmiendo en un salón comunal de su asrham abierto a todo el mundo. Sus únicas posesiones eran una liviana vestimenta tradicional, un contenedor de agua para beber y un bastón.
Rehusaba cualquier tipo de adulación y participaba en el trabajo comunitario, levantándose durante muchos años a las tres de la mañana para preparar la comida de los residentes en el asrham. El trato igualitario se extendía a todos los seres, los animales, las vacas e incluso los árboles, pidiendo a sus devotos que no les quitaran flores o frutos y en caso necesario que lo hicieran inflingiéndoles el menor dolor posible.
Ramana Maharshi pasó medio siglo brindando ayuda espiritual a las almas en conflicto. No fue un filósofo ni un brahmin instruido. No pretendía elaborar una doctrina, ni transmitir ningún dogma. Su enseñanza fluía espontánea y amorosamente desde lo más hondo de su corazón. Presentaba una religión del espíritu que permitiera la liberación total de dogmas, supersticiones y ritos.
La relación de Vivekananda con el pueblo de Kanyakumari la explica perfectamente nuestro compañero y amigo Naren Herrero en su Blog "Hijo de Vecino. Yoga y Filosofía" (www.hijodevecino.net):
"Allí, junto a la costa, habiendo completado su extraordinario viaje, en el sitio sagrado donde se fusionan los tres mares (Arábigo, Bahía de Bengala y Océano Índico), Vivekananda fijó su mirada en la gran roca que sobresale del agua, a unos doscientos metros de la orilla. Sin pensarlo, se lanzó al agua, que se dice estaba colmada de tiburones, y nadó por el bravío mar hasta llegar a sentarse en el islote, en meditación, durante dos días. Fue allí, en ese elevado estado meditativo, que el Swami llegó a la conclusión de que se necesitaba, para el bien de la humanidad, poner en acción toda la energía espiritual legada por Sri Ramakrishna, a través de sus discípulos monásticos. No sólo con lecturas de las Escrituras sino ayudando a las personas con cuestiones materiales básicas como educación, salud y alimento. En dicha roca, muchos años después, en 1970, se construyó el Memorial Vivekananda, como homenaje a uno de los hombres santos que había contribuido al renovado auge espiritual de la India a fines del siglo XIX."
Si quieres saber más sobre Vivekananda te recomendamos leer el Post en el Blog de Naren Herrero:
https://hijodevecino.net/2010/05/22/swami-vivekananda-monje-errante/
El Sivananda Yoga Vedanta Dhanwantari Ashram se encuentra en plena jungla tropical en las estribaciones de los Ghats Occidentales de Kerala. La belleza del lago Neyyar Dam, sus bosques, las frondosas palmeras de cocos verdes... un entorno ideal para la práctica del yoga y la meditación.
En el Ashram de Sivananda puedes experimentar el yoga clásico enseñado durante décadas preservando la pureza de su tradición yóguica, una de las más místicas y completas que existen. La esencia de sus prácticas y preceptos reside en la sabiduría de la antigua India: El Vedanta, el Ayurveda, la filosofía yóguica y los textos sagrados, puro conocimiento filosófico, psicológico, medicinal y espiritual.
Cada práctica de yoga de Sivananda incorpora cantos y mantras, saludos al sol como calentamiento, los doce asanas de la práctica y la relajación. Además de esto, los fundamentos de la escuela comprenden también los cuatros caminos del yoga clásico: raja yoga, jñana yoga, karma yoga y bhakti yoga.
Sivananda ve en el trabajo de asanas una manera de fortalecer el cuerpo, la mente y la vida espiritual.
Antiguamente el Ashram había sido un santuario de curación ayurvédica de ahí que su nombre sea Dhanwantari, el Dios de la medicina Ayurvédica.
Swami Sivananda (1887-1963) fue uno de los grandes maestros de yoga de la India. En su vida logró con éxito dos carreras: una como doctor en medicina y la otra como gran yogui y sabio. Su trabajo siempre se centró en servir a los demás: "Cada trabajo que servía para sanar o aliviar el dolor de los que sufrían me llenaba de gran gozo". Para él, el servir era "la expresión del Amor". Tras sus comienzos como doctor en la India se trasladó a Malaisia, donde miles de Indios trabajaban y vivían en condiciones muy difíciles. Como director de un hospital local pasó gran parte de su tiempo ayudando a los pobres, aquellos que más le necesitaban.
Mas allá de los sombríos placeres de la vida, él buscaba constantemente formas más elevadas de felicidad duradera y paz. El estrés físico y mental que observaba en las personas que conocía le apenaban profundamente. A través de las enseñanzas del Vedanta fue descubriendo gradualmente cuál era la auténtica meta de la vida. Deseaba por encima de todas las cosas seguir el camino de los santos y ayudar a la gente, no sólo a nivel físico como antes, sino también a nivel mental. Para poder dedicar su vida completamente al yoga renunció al mundo y pasó muchos meses como monje renunciante, en un solitario camino errante hasta los Himalayas. Allí practicó yoga y meditación intensamente y alcanzó la realización.
Swami Sivananda enseñó una forma de yoga que integraba todos los sistemas conocidos. Este yoga de la síntesis es la base de la práctica moderna del yoga en occidente.
Nacido en Calcuta en el 1872, Aurobindo es enviado Inglaterra con siete años donde permanecerá hasta acabar su carrera universitaria. Regresa a India con 20 años, y en el 1905 empieza a participar abiertamente en política siendo uno de los grandes líderes del movimiento nacionalista de Bengala e influyendo en la transformación del pensamiento y opinión de toda la India.
Encarcelado en 1908, vivió el periodo que significó el gran cambio en su vida, entrando en un proceso contínuo de meditación y llegando a un estado de realización espiritual que amplió su visión más allá de la liberación de su país: el porvenir de la humanidad, la nueva era del espíritu, el descenso de la Supermente o Consciencia-Verdad y el surgimiento del ser supramental.
Al de salir de la cárcel, se dirigió a Pondicherry donde se dedicó exclusivamente a profundizar en el yoga integral, un yoga que sintetiza la tradición hindú con la moderna teoría evolucionista, yoga que realizó, según sus propias palabras, no para él mismo sino para ayudar a la humanidad a avanzar hacia un estadio superior de la existencia.
En este lugar se fundó su Ashram o comunidad espiritual, donde a partir de 1926 y hasta su fallecimiento en 1950 se recluyó en una habitación y prosiguió con su obra y su yoga, dejando constancia de sus conquistas espirituales y de su visión del mundo en numerosos libros y escritos.
Después de la muerte de Aurobindo su compañera espiritual Mirra Alfassa, “La Madre”, se encargó de dar forma al proyecto Auroville. Según sus palabras, Auroville es «el lugar en una vida comunitaria internacional, donde hombres y mujeres aprendan a vivir en paz, armonía, más allá de todas las creencias, opiniones políticas y nacionalidades». «Debe existir sobre la Tierra un lugar inalienable, un lugar que no pertenezca a ninguna nación, un sitio en donde todos los seres de buena voluntad, sinceros en sus aspiraciones, puedan vivir libremente como ciudadanos del mundo».
Auroville, situada a pocos kilometros de Pondicherry, es una ciudad en construcción proyectada para 50.000 personas, aunque en la actualidad conviven 2.160 de 45 diferentes nacionalidades. Es el sueño llevado a la realidad de Mirra Alfasa más conocida La Madre, compañera espiritual de Sri Aurobindo, filósofo y político luchador por la independencia de la India.
La idea fue presentada a la ONU y al gobierno de la India en 1965; en 1966 la Unesco tomó la resolución de aceptar y asistir a este proyecto único.
El diseño original de Auroville es un mandala en cuyo centro se ubica el Matrimandir (templo de la Madre). Es una gigantesca sala de meditación revestida interiormente con muros de mármol blanco y albergando una esfera de cristal (70 cm de diámetro), iluminado por los rayos del sol mediante un sistema de espejos dispuestos en el techo. El exterior del Matrimandir es un gran domo dorado.
Se podría decir que Varkala posee las mejores playas de Kerala. Además del Cliff, la zona más turística repleta de tiendas donde encontrar cualquier producto de cualquier región de la India y de restaurantes donde degustar deliciosos platos típicos de la zona o incluso del Nepal o de los Himalayas, Varkala también nos muestra la exhuberancia tropical a orillas del mar Arábigo con kilómetros de playas vírgenes custodiadas por enormes palmerales repletos de sabrosos cocos verdes.
Varkala también es famosa por la cantidad de lugares donde puedes recibir masajes ayurvédicos. Kerala es la región del Ayurveda.
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